José Luis Pérez Gisbert, nació en una bella ciudad de la provincia de Alicante, ubicada entre montañas y de gran riqueza medioambiental: Alcoy.

Crecido en el seno de una familia humilde, pero muy unida ante la adversidad. Era el pequeño de cuatro hermanos y desde su más tierna infancia supo lo que era la lucha por sobrevivir.

Desde que tuvo uso de razón, supo que su lugar en la vida no estaba en una fabrica textil ( trabajo que desempeñaba toda su familia) y gracias a sus padres pudo elegir otro camino.

A muy temprana edad, nació en él casi por casualidad una atracción por el Taekwon-do, que poco a poco y a base de esfuerzo se fue convirtiendo en la esencia de su vida y en el camino para conseguir todo aquello que se proponía.

Se podría decir que las reglas de este arte marcial fueron arraigándose fuertemente a su personalidad. (cortesía, integridad, auto-control, perseverancia, espíritu indomable)

Todas ellas le han guiado a través de la adversidad y hasta en los momentos más difíciles de su vida, ayudándole a afrontar airosamente todas las decisiones que le han llevado hasta nuestros días.

A través de su carrera obtuvo numerosos éxitos tanto en la federación Internacional como en la federación Mundial, incluso compitiendo en la ultima fase de su vida deportiva en el Campeonato de España de Aerobic acrobático.

Pero fue el 17 de Octubre de 2003, la fecha que marcó un antes y un después en su vida.

Ese día, al atardecer, murió su padre…

Era un día soleado, con un cielo azul esplendido, y de forma inexplicable, al caer la noche se tornó gris,triste…desapacible.

Su padre era esa persona en las que muchas veces se refugió, la que le animó a seguir adelante, la que le había demostrado miles de veces que luchando se vence, había perdido la batalla…eso si, no sin antes jugar una última partida de ajedrez y vencer.

Comenzó a llover a cántaros

Desde ese aciago día nada volvería a ser igual…

Pero la vida continúa y te obliga a mirar hacia delante y , por supuesto le depararía alegrías y sinsabores continuos.

Yo, dice Gisbert de Miguel, nunca he creído en el más allá, ni siquiera en que quede algo inexplicable, intangible de nosotros cuando nos vamos, pero he de reconocer que algo me ocurrió para dar un giro a mi vida y reconducirla hacia un mundo hasta el momento ajeno a mi: El dibujo”

Así fue…pasados unos meses, tuvo un sueño revelador en el que aparecía su padre; sereno, feliz… en el que le explicaba situaciones que hasta el momento habían carecido de sentido para él.

Aunque parezca mentira, ese sueño regó la semilla del don que Gisbert siempre ha tenido dentro.

Te lo explicamos todo en la entrevista que concedió a un reconocido diario de la Comunidad Valenciana.